LA FETICHIZACIÓN DE LA CULTURA Y LAS FALSAS NARRATIVAS DE LA GUELAGUETZA.
“La cultura se convierte en fetiche cuando se la aísla de sus prácticas sociales y se la convierte en un objeto de consumo autónomo, que puede ser exhibido, vendido o usado sin consideración de su contexto original” (Canclini, 1989).
Alrededor de la creación de un homenaje racial como lo es la Guelaguetza notamos como diversos filtros, personajes o incluso ajenos a las comunidades que desean presentarse ante la rotonda de las azucenas idealizan, critican, designan e imponen características y elementos culturales ajenos a la comunidad por mero goce del turismo extranjero, que desea basar sus gustos en lo exótico, vemos por ejemplo como comunidades afro mexicanas sufren de diversos problemas al mostrar sus raíces, siendo muy reciente su reconocimiento, y notando también como estás comunidades negras sufren racismo estructural, despojo, fetichización, e incluso como sus territorios están siendo gentrificados.
Cómo es que un proyecto como la Guelaguetza que comenzó con el mensaje de “dar y recibir” guarda también un sentido racista, clasista e incluso abre las puertas a mensajes colonizadores que ven la muestra y la escenificación de las comunidades como herramienta para despojar de nuestra cultura y poder robar, mercantilizar y matar todo el sentido emocional y cultural a lo que nos pertenece.
Hemos notado como el estado crea narrativas para poder vender nuestra cultura, dejando de lado los bienes culturales, la tradición oral, los sistemas de organización, la cosmovisión e historia de las comunidades, mostrándola como un bien que puede ser compartido, los sistemas de organización. de nuestras comunidades nos explican que formar parte de la comunidad se basa en un cuidado, respeto, responsabilidades y compartir con nuestros paisanos, pero este sentido se marcha cuando hacemos un espectáculo enfrente de personajes que solo nos ven como un productos del cual se pueden burlar. , copiar o solo quedarse con lo estéticamente atractivo ante el ojo hegemónico y occidental.
“La cultura es cada vez más utilizada como un recurso económico y político, y en este proceso, las narrativas culturales se manipulan para satisfacer las demandas del mercado y las agendas políticas, a menudo descontextualizando y distorsionando las prácticas culturales originales” (Yúdice, 2002) ).
Estamos dando fuerza a estereotipos que nos muestran como el indígena bueno, replicando mensajes y narrativas que se repiten desde la conquista, sin darle presencia a las etnias y comunidades, vemos las consecuencias de estos temas como simples, pero se convierten silenciosamente en despojo, falta. de recursos, una creación constante de la comunidad en busca de como reconocernos, en la inequidad, el racismo, y el clasismo que afecta a nuestras comunidades a la merced de lo que siempre ha sido aceptado, pero en nuestros propios territorios, no somos dueños de nuestros cuerpos, de nuestros pensamientos, de nuestros textiles, nuestros territorios, ni nuestras historias.
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